Adoración que transforma ambientes

jueves, 23 de agosto de 2007

DETRÁS DEL TELÓN


Llegar arriba, alcanzar que te mire la gente,
provocar el aplauso de todos, ser primero en las filas tal vez.
Cambiar mundo, quizás con un nuevo mensaje
que trastorne los corazones, ser el centro de toda atracción.
Tener todo en la vida, es parte del plan,
ser amado y querido, respetado en verdad.
Todo es bueno en justa medida y razón.
Miremos atrás, donde todo empezó,
lo que éramos antes, lo que somos hoy.
Porque insistimos en quitarle la gloria al Señor.
De que te vale alcanzar lo que quieras,
que te aplauda la gente si detrás del telón
sigue sentado el dador de la vida
esperando que un día le presten atención.
Lo que tenemos lo tenemos por gracia,
por su misericordia, por su inmenso amor.
Y en el momento de abrirse la cortina,
si alguno te admira, que vean la imagen de Dios.
Señor perdona, si el aplauso o cualquier comentario,
me hayan movido a llevarme la gloria…mi Dios.
Te doy las gracias por tu amor y tu misericordia,
me despojo de toda grandeza, mi corona yo pongo a tus pies.
Pues de que me vale alcanzar lo que quiero,
que me aplauda la gente si detrás del telón
sigue sentado el dador de la vida
esperando que un día le presten atención.
Lo que tenemos lo tenemos por gracia,
por su misericordia, por su inmenso amor.
Y en el momento de abrirse la cortina,
si alguno te admira, que vean la imagen de Dios.
René González

Este tema lo busqué hasta que lo encontré, varias veces lo escuché y lágrimas brotaron de mis ojos, es el sentir en mi corazón por estos días. Un día de estos declaraba…Señor, no me importan las cámaras, me importan tus ojos, tu mirada, tu cámara secreta, no me interesan las luces de hombres. Si, quiero, anhelo, con todo mi ser empaparme de la luz del Padre de las luces.
Ese es el gran propósito desde el principio en el corazón del Padre, eso fue lo que se perdió con la desobediencia del hombre, eso es lo que Jesucristo vino a hacer en la cruz del calvario, “recuperar el propósito inicial”, recuperar la imagen de Dios en el hombre, sólo así podremos transformar el mundo con un mensaje verdadero.
Hemos sido llamados a entender los tiempos, a influir en nuestra nación, a accionar…pero la base de todo esto es la adoración, no así mismos, ni a los ministerios sino al Señor de nuestras vidas, hemos sido llamados a mantener una actitud de humildad ante nuestro Señor, volvernos de todo corazón a él, reconocer que solos no podemos. Pero en Cristo, la roca firme, nuestro alto refugio, nuestra fortaleza…sea hecho.
Y es que cuando has comprendido realmente lo que Jesús hizo en la cruz, algo pasa que transforma todas las cosas y tu manera de adorar, de postrarte ante él también cambia, eso es lo que Dios busca…adoradores. Cuando David comprendió esto recibió algo muy preciado. Dios le dijo que hiciese lo que había en su corazón y su hijo Salomón también recibió la voluntad de Dios.

1ª Reyes 3:9-11. Da pues a tu siervo corazón dócil para juzgar a tu pueblo, para discernir entre lo bueno y lo malo: porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande? Y agradó delante de Adonai que Salomón pidiese esto. Y díjole Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, mas demandaste para ti inteligencia para oir juicio.



Podía comprender entonces porque Judá e Isacar se potencian para alcanzar el blanco. Las virtudes de estas tribus nos fueron dadas a los hijos (as) de Dios, no a los hijos de mundo. Sólo en la adoración se exponen estas virtudes, solo en adoración recibirás el “tiempo, lo que hay que hacer y tu voz será ungida para influir desde el corazón del Señor a las naciones”.
Un verdadero adorador sabe y reconoce que toda la gloria, toda la honra, toda la acción de gracias y toda la alabanza sean a él, porque el precio ya fue pagado. La hipoteca de la tierra ya fue pagada, el Señor la redimió una vez y para siempre. Y ahora nos toca a nosotros…sus hijos.
Judá e Isacar…sea en este tiempo que comienza, nuestra fiel oración y adoración ante el Señor…

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Romanos 8:26-27

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