Quienes hemos conocido al Señor más de alguna vez nos hemos preguntado ¿por qué la gente no ve el reino o no quiere estar en el reino del Señor o no comprende que es lo más maravilloso que en la vida de un ser humano pueda ocurrir?...un día estuvimos en el otro lado de la existencia, en una realidad donde éramos ciegos, sordos, mudos y cautivos…un día el Ser más Santo del universo escuchó nuestro clamor y vino a buscarnos…Vino para llevarnos a los lugares celestiales, a lugares de reposo, a lugares de libertad…vino para a darnos el acceso al lugar Santísimo…
Entrar a ese lugar para deleitarte en la presencia de tu Creador y el Creador de todas las cosas (de Él es la tierra y su plenitud y de quién a él le ha placido dar su reino (Lucas 22:19; Lucas 12:32), es el privilegio más sublime y anhelo más elevado de quien un día fue llamado al reino de Dios, Él vino para darnos el acceso al corazón del Padre. Un día hicimos la decisión de servir a nuestro Señor Jesucristo y todo empezó a ser transformado…nuestras ropas fueron cambiadas, nuestros pensamientos fueron mudados, nuestros ojos fueron abiertos, nuestra adoración fue cambiada, ya no más en pos de dioses ajenos, entre ellos nuestros propios sentimientos, nuestros propios caminos, nuestros afanes por satisfacer nuestra alma, alma a la cual le gusta hacer y hacer, en contraposición con nuestro ser (tema para otro post).
Más de alguna vez lamenté no haber conocido al Señor antes, su Espíritu me mostró como en múltiples oportunidades Él preparó instancias para atraerme hacia su bendito Reino pero por ciega no lo vi, por sorda no lo oí…hasta que llegó el momento…no fue en las mejores circunstancias…Dios es Bueno…Bendigo el nombre del Señor, bendigo el servicio del pueblo de Dios; ver con los ojos de nuestro Padre te lleva a estar atenta y a oír su corazón y participar en la obra de Dios hasta ver el fruto de ese clamor…vidas transformadas…Gloria a Dios.
Un día comprendemos que uno de los atributos eternos del Señor nos fue manifestado…la esencia del Intercesor eterno por excelencia, interceder ante el Soberano Dios del Universo empieza a cobrar sentido, la vida empieza a cambiar y tus alrededores también, ya no es orar por orar, ahora empiezas a clamar desde lo profundo, su Espíritu gesta en ti ese clamor, ahora clamas hasta ver los cielos abiertos y la Gloria de Dios en la tierra de los vivientes, junto con su Gloria…su perfecta voluntad… ¿Qué nos da ese derecho?...el Nuevo Pacto, la sangre preciosa de nuestro Señor Jesucristo. Aleluya.
Un día…el que fue tomado de las tinieblas, y otros del infierno mismo, por la gracia del Señor Jesucristo, fuimos llamados, limpiados y constituidos reyes y sacerdotes, para ocupar un lugar en el reino de Dios, para manifestar los atributos del Señor en esta tierra de los vivientes, para reflejar el cielo aquí en la tierra, para manifestar su gloria, es más, para llenar la tierra de su Gloria.
Zacarías 3:1-7. Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala. Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie. Y el ángel de Jehová amonestó a Josué, diciendo: Así dice Jehová de los ejércitos: Si anduvieres por mis caminos, y si guardares mi ordenanza, también tú gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre éstos que aquí están te daré lugar.
Por más inmundas que sean tus vestiduras…si miras a lo Alto, serás transformado por su gloria, serás vestido de vestiduras de gala…Mira la cruz…ahí, en ese lugar… donde el diablo creyó que había vencido, ahí…en ese lugar fue, es y será manifestada la Soberanía del nombre de Jesucristo, en el cielo, en la tierra y aún debajo de la tierra por siempre y siempre.
Continuará…
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