Como siervo brama por las corrientes de las aguas,
así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?
Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
mientras me dicen todos los días: ¿dónde está tu Dios?
Me acuerdo de estas cosas y derramo mi alma dentro de mi...
¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mi?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.
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